Por Manuel Rodríguez Rivero – Babelia – 23 de septiembre 2016 – Según Marisol Schulz, la divertida directora de la Feria del Libro de Guadalajara, los mexicanos emplean “apantallar” (sin cursivas: el DRAE recoge el término) como sinónimo de “impresionar” o “deslumbrar”. Me lo explicó frente a la lámina de acero del mar en la bahía de Formentor, a la hora que T. S. Eliot llamó violeta, y poco después de que, en medio del apantallante silencio del público que asistía a la entrega del premio al editor y escritor florentino, Roberto Calasso hubiera ­pronunciado su discurso de agradecimiento rodeado de altísimos pinos a los que una iluminación entre espectral y pop coloreaba de un azul cobalto que parecía robado a Yves Klein. Este año, en las Converses de Formentor —un triunfo de su organizador, Basilio Baltasar, y de su mecenas, Simón Pedro Barceló— hubo momentos realmente apantallantes, y el bien trabado discurso de Calasso (una defensa oblicua de lo que representan estos encuentros de escritores y ­lectores en un mundo en el que se diría que de literatura solo “hablan” los paratextos editoriales y las frases publicitarias) fue el primero de ellos. En esta ocasión —y sin desmerecer a los escritores— me resultaron especialmente brillantes las escritoras: además de Victoria Cirlot —que glosó a Calasso—, Mercedes Abad, Sònia Hernández, Roser Amills, Beatriz Rodríguez, Marta Sanz, Berta Vias, Valerie Miles, Cristina Fernández Cubas, Lara Siscar y Lila Azam, hablaron profusamente de espíritus, fantasmas, almas en pena, arpías y sombras, es decir, de la parte más femenina de la imaginería gótica tal como se refleja en la cultura desde que los escritores de finales del XVIII empezaron a mostrar el lado oscuro del Siglo de las Luces.

Ha pasado una semana de #conversesformentor2016 y el recuerdo será eterno, seguro! #fundacionsantillana

En cuanto a mí, insomne también en las siestas, aproveché el tiempo libre para leer dos libros breves de sendas conversadoras que les recomiendo: el sorprendente libro de relatos —en realidad, una narrativa tejida con mimbres de cuentos y viñetas temáticamente unidos— La mirada de los Mahuad (Lumen), de Berta Vias, y la estupenda novela corta Los Pissimboni (Acantilado, 2015), de Sònia Hernández, que se me había pasado en su momento, y en la que me sumergí tras leer casualmente, ya al final de las Converses, un incipit que me pareció prometedor: “Nadie quería a los Pissimboni”; una fábula, muy deudora tanto de lo gótico como de Kafka, sobre una familia/tribu que está donde no tenía que estar y añora el lugar donde quizá nunca estuvo del todo. Una alegoría con mucho de fantasmal, escrita con una prosa deslumbrante (apantallante) de puro desnuda, y en la que se tratan oblicuamente cuestiones como la libertad individual, el desarraigo, la incomunicación y el déficit de amor. Si aún no la han leído, no esperen tanto como yo para hacerlo.

Comparte y comenta esta entrada: