Diario de Mallorca | Víctor M. Conejo
Publicado: 23/04/2013

Llegó el Día de Sant Jordi: los que no leemos y los que sí lo hacen nos atoramos buscando citas pedantes para recomendar nuestras lecturas o para aparentarlas. Luego están los más listos, que van a buscarlas adonde abundan y son exclusivas. Por ejemplo, a la barra del Café Terraza Ses Voltes. Porque su barman, Xisco Vargas, es el príncipe de los ingenios de las observaciones agudas.

En eventos como el de hoy el mantra de los libreros locales es ya cansinamente habitual: dicen tener poco dinero para organizar, es decir, no les dan suficiente dinero (público) para montar actos atractivos con los que llenar sus (privadas) cajas. Siendo gente que lee se les supone más espabilados, por lo que no se sostiene el único recurso al lamento, y menos aún en una ciudad con tantos aciertos culturales surgidos de la iniciativa privada y sus bolsillos vacíos: Cultura a casa, Poetry Slam, El último jueves, Estación Spoken Word, Trampa Teatre, La Jarana, Casino Royale, Sa Possessió…
El método para revolucionar las ferias literarias ha llegado en formato vídeo: la mallorquina Roser Amills ha participado en el proyecto Hysterical Literature del artista de Nueva Orleáns Clayton Cubitt. El recurso utilizado es tan simple y potente como su resultado: imagen en blanco y negro, fondo neutro, y una mujer que lee un libro hasta tener un orgasmo, se supone que provocado por la literatura misma. Las participantes aseguran que el vídeo es real y no hay actuación. La creatividad existe, amigos libreros, y el mensaje es claro: en cada estand del día de hoy faltan escritores teniendo orgasmos, con la seguridad que el efecto sería contagioso y ante ellos se formarían colas de compradores orgasmados.
Las campañas institucionales para fomentar la lectura son como las pizzas de supermercado: todas igual de insípidas. El mejor argumento para leer ha llegado en forma de corrida, y otra de sus virtudes es que no exite el orgasmo pedante. Para acabar, la estupendez: superado por manido el eslogan de que leer hace parecer guapo, se podría decir que los libros sientan bien a todo el mundo, no así la ropa de moda. No se me ocurre ninguna cita pedante mejor.

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