La escritora mallorquina acaba de publicar una novela sobre Asja, superviviente de un gulag ruso, directora de teatro y amante de Walter Benjamin

11.11.2017 | 02:45 | m. elena vallés | Cultura

Roser Amills ha rescatado en su última novela, Asja. Amor de dirección única, a una mujer fascinante que va mucho más allá de la reduccionista etiqueta de haber sido la amante del célebre filósofo Walter Benjamin. La escritora mallorquina da voz a esta directora de teatro infantil proletario, bolchevique convencida y superviviente de los gulags rusos. “Asja era como una educadora social, una pionera en el uso del teatro como herramienta terapéutica y reivindicativa”, explica la autora, que ayer (y esta mañana) impartió un taller de novela erótica en la librería Lluna, además de pronunciar una conferencia sobre mujeres comunistas. Todo ello con motivo del Día de las Librerías.

“Asja creía firmemente en la utopía de que la gente del pueblo necesitaba la cultura para ser libre. Poco después de la Revolución rusa, el partido soviético reparó en que esto era peligrosísimo y empezó a cortarle las alas a la gente. También a ella”, relata Amills, que descubrió a este personaje en su época universitaria cuando leía a Walter Benjamin. “A mí no me cuadraba la imagen que se tenía de ella, como de actriz frívola. En realidad, es todo lo contrario. Era una intelectual, muy profesional y pragmática”, considera.

La novela, donde se emplea la ficción para poder dar voz y moldear los sentimientos de los personajes, parte del momento en que Asja acaba de salir de un gulag de Siberia, donde estuvo encarcelada, y reprende amistades del pasado. Una de las visitas que recibió es la de Bertolt Brecht. “Durante esa conversación que mantienen, ella le pregunta por Walter Benjamin y el dramaturgo le informa de que se había quitado la vida hacía meses”, explica Amills. “Entonces, ella regresa de Berlín a Moscú. E intenta rememorar durante el camino cómo era Walter y se da cuenta de que lo amaba mucho y de que quizá en algunos momentos no había sido del todo justa con él”, relata la escritora. “En su historia no hay buenos o malos. Eran complicados. Tuvieron un romance potente pero complejo: él estaba casado y ella quería ser libre”, apunta.

Amills explica que en la Rusia comunista, en la etapa despótica, las mujeres recibieron una doble represión. “Coaccionaban a las mujeres que tenían voz y discurso propio. Las amenazaban diciéndoles que harían daño a sus parejas e hijos. Así las hicieron callar”, señala.

Asja abandonó Rusia en cuanto le vio las orejas a Stalin. “Se marchó a Europa después de que le prohibieran el teatro. Puso rumbo a Berlín, con la mala suerte de que allí también iba a estallar una terrible represión”, indica. “En 1924, cuando conoció a Benjamin, éste había sido apartado del mundo académico por ser judío. Y a ella también le empezaron a poner problemas para los visados”, continúa. “Ya en el 37, el KGB la interrogó para preguntarle por sus amistades, en concreto por Brecht y Benjamin”, agrega. “Jamás dijo una sola palabra. Fue entonces cuando la metieron en un gulag en Siberia, donde sobrevivió y continuó con el teatro para entretener a los mandos de allí y poder sobrevivir”, apunta. “Al salir, la obligaron a hacerse miembro del Partido Comunista para normalizar la situación”, prosigue. Después de salir del campo de concentración, fallecieron de manera extraña tanto Brecht como Benjamin.

Para Amills, la situación que se está viviendo actualmente en España y Cataluña es “una pequeña semilla de lo que está pasando en toda Europa”. A la escritora le preocupa que ahora mismo se estén dando también situaciones de silenciamiento de personas que piensan diferente. “Ahora se mete en la cárcel a la oposición o te arruina Hacienda”, comenta. “Me preocupa que se utilice a la gente y se le haga creer que lucha por una buena causa para ellos mismos cuando en realidad no es así y es algo que les vendrá en contra”, confiesa.

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