Unos celebraron matrimonios de conveniencia o convirtieron a sus parejas sentimentales en “buenos amigos” o “compañeros de piso”. Otros (Dirk Bogarde, Sal Mineo, Truman Capote, Walt Whitman, Tennesse Williams…) nunca se casaron, pero no pudieron hacer pública su homosexualidad o bisexualidad y llevaron una doble vida para que su obra o su imagen no se viesen perjudicadas, pero ahí precisamente se desnudaban. Casos célebres son el de Marcel Proust (1871-1922), cuya homosexualidad, inconfesable a la sociedad de la época, está latente en su obra, donde analiza la homosexualidad tanto masculina como femenina. Finalmente, un tercer grupo vivió la bisexualidad como libertad absoluta a la que no quisieron renunciar.

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