Siempre he encontrado curiosa la expresión “Hay que vivir la vida.” Tan obvio como decir que hay sentir los sentimientos o hay desear el deseo. Sin duda hay que vivir la vida; pero ¿cuántos pueden presumir de seguir esta popular máxima al pie de la letra?

Para dar una posible respuesta abundando en lo evidente, pensemos en una gloria de Hollywood como el actor australiano Errol Flynn y en cómo se “vivió” la vida a grandes tragos. Este tópico, aunque cierto y certero, puede parecer una simplificación abusiva pero ¿y la verdad no podría estar en su deseo de disfrutar al máximo de la “primera parte de su existencia”? Veamos, el apuesto australiano tuvo mil oficios antes de ser actor y ganar miles de dólares. Enamoró a mil mujeres y algunas se quedaron con varios miles de esos dólares ganados con su planta de galán que despertaba mil pasiones. Recorrió miles de millas en su yate, el mítico y maldito Zaca, bajo el brillo de miles de estrellas, esas que adornan el cielo por las noches, no las de Hollywood aunque estas otras las frecuentó en miles de fiestas. Eso cuenta la leyenda, parte de eso cuenta en sus memorias pero hay otra parte que no es tan conocida por el gran público y que, sí, es sin duda alguna infinitamente más interesante: los años que el actor vivió en la isla de Mallorca.

Como explicó a los asistentes a la presentación en Barcelona de su libro, El ecuador de Ulises, la escritora mallorquina Roser Amills descubrió y quedó prendada de ese Flynn desconocido. Por muchos motivos personales y laborales se tomó como una especie de reto escribir sobre él en un tiempo record. Y vaya si lo consiguió: para su suerte, la suerte de los editores de Ilfeelbook y, sobre todo, para la suerte de los futuros lectores de la novela. Ahora tenemos un texto que, según declaraciones de su creadora, le fue “dictado” por un seductor espíritu que gastaba aires de galán y sonreía de lado.

Aunque hable de la vida del actor Errol Flynn, hemos de saber que no nos encontramos ante una biografía al uso, ni siquiera una biografía novelada. Como todo texto literario, la novela admite varias lecturas; pero, por delante de la biográfica quiero, destacar al menos dos.

Tomando como eje central del relato la juventud de Miquel Amills, abuelo de Roser, la técnica narrativa nos remite de inmediato a un relato de carácter iniciático, una de esas novelas de aprendizaje en la que un joven despierta a la vida entre ilusiones y desengaños. Al entrar en contacto con el mundo de un Flynn en el ecuador de su vida, que se halla de vuelta de todo pero que también anhela alcanzar nuevos horizontes, Miquel tomará consciencia de lo que significan el trabajo, el amor, la amistad… Escuchados con fascinada admiración, los consejos del maduro actor le serán útiles. Pero, en ocasiones, también le provocarán graves conflictos internos que deberá resolver sin otra ayuda que la de su propio criterio. Los diálogos entre Miquel, Errol y otros mentores como el periodista Jaime Arias, personaje real a quien también conoció Roser, convierten el libro en un pequeño breviario de filosofía de vida masculina con el contrapunto de los personajes femeninos y el de la propia autora. Pongan atención en ese punto porque, en el fondo, todos los personajes hablan sobre algo que nos concierne a todos: la consecución de los propios sueños y el precio vital que hay que estar dispuesto a pagar por ello.

Por otro lado, la documentación sobre la época confiere color y vida a un montón de fotografías en blanco y negro de los años 50. Descubrirán aquí los lectores una Mallorca que, más allá del turismo o más bien gracias a él, se convirtió en un pequeño oasis de modernidad que burlaba en cierta medida la mediocridad impuesta por el régimen dictatorial del general Franco. Ante las extravagantes fiestas y correrías de los artistas y estrellas internacionales que se relajaban en la isla, la guardia civil miraba hacia otro lado. Magnífica paradoja si se tiene en cuenta que, durante la contienda, muchos de ellos, Flynn el primero, habían apoyado con su presencia en España al bando republicano. Apetece seguir el consejo de Miquel Horrach, editor de Ifeelbook, y revisitar la isla, libro en mano, para seguir la ruta de los lugares de la novela recuperando de la bruma del olvido los que todavía existen.

La novela completa con la imaginación los hechos reales, pero estamos completamente dispuestos a creer que joven Miquel pudo haber conocido a Flynn durante sus estancias en Mallorca y juntos vivir las situaciones narradas. Amills sabe crear unos personajes tan cercanos al lector que uno acaba el libro pensando: “Esta historia merecería ser cierta, justo así”.

Y escribo esto en un momento en que me hallo inmersa leyendo cuanto se publica sobre la polémica novela de Javier Cercas “El impostor”. Dos novelas que nada tienen que ver en la temática pero que comparten la eterna contradanza literaria de historia y literatura, verdad y ficción. Se devana la madeja crítica por querer determinar si la novela debiera estar al servicio de lo uno o de lo otro y, con algo de dolor de cabeza, me digo: “Cualquier excusa es buena para lograr saber más.” Y que dependa del autor y su talento si vamos a lograr saber más y mejor. Por encima de todo, Amills y Cercas, tú y yo, lector amigo, tenemos en común algo fundamental con la novela y con sus personajes: la curiosidad. Como dijo Errol.

“Lo que me ha causado todos mis problemas, la razón de mis éxitos y mis fracasos no ha sido la bebida, las drogas o el sexo, sino la curiosidad. Soy incapaz de superar la tentación de mirar un cubo de basura, un buen libro, una botella o bar nuevo o viejo, o de vaciar una bolsa de papel llena de cosas.”

Gran observación, gran tipo este Errol. Si hay algo que provoque el deseo de vivir la vida es, sin duda, la curiosidad. Gracias por satisfacer la nuestra, Roser Amills.

Posdata:

Una de realidad y otra de ficción. Si después de leer El ecuador de Ulises necesitamos más dosis de Flynn sin duda hay que abordar sus memorias Errol Flynn. Aventuras de un vividor (TB Editores), y si persiste la adicción seguir con Disparen sobre Errol Flynn (Júcar) de Stuart M. Kaminsky, una novela de serie negra en la que Flynn contrata los servicios de un detective privado.

Un comentario sobre “El ecuador de Ulises de Roser Amills, la novela que dictó Errol Flynn | Por Pepi Bauló

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