Profundamente influido por el marqués de Sade y Nietzsche, el autor de “Historia del ojo”, donde detalla las depravadas aventuras de un granjero adolescente y de su novia Simone, sentía fetichismo por todo tipo de líquidos (leche de gata, semen, orina, sangre y lágrimas) y los huevos y objetos ovales. En la novela, este fetichismo lleva a la protagonista a introducirse en la vulva testículos de toro que acaba reemplazando, en un intento de alcanzar un orgasmo aún mayor, por el ojo sanguinoliento de un torero recién fallecido. Los personajes de Bataille son tan exhibicionistas que fornican y orinan delante de la anciana madre de la chica, seducen a una hermosa vecina ingresada en un manicomio a la que ayudan a escapar y que acaba suicidándose y junto a cuyo cadáver copulan… André Breton, fundador del surrealismo, expulsó a Bataille del grupo por todo esto, pero Roland Barthes afirmó que no es pornográfico, sino “sobre la realización simbólica de la mente sexual transgresiva relacionada con el otro”. Bataille admite que algunas partes del libro son autobiográficas, como por ejemplo cuando vio a su padre ciego masturbándose desnudo en mitad de la noche junto al cadáver de su madre.

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