En el informe secreto que llevó a la cárcel a este amante profesional que fue Giacomo Casanova, se lee: “Cuando se conoce a Casanova se ve en él unido, en una misma persona, al más terrible impío, embustero, impúdico y sensual”. Y no disimulaba: la “Historia de mi vida” de este veneciano es uno de los mayores monumentos literarios que se ha concebido sobre el hedonismo a ultranza. Libertino y mujeriego legendario, violinista, poeta, seminarista, militar, jugador empedernido, mago, alquimista, creador de la lotería nacional de Francia, espía, agente financiero, escritor, filósofo… no dejó pasar una sola ocasión, como narra en esta obra, escrita al final de su vida, aquejado de la próstata y gotoso, donde desvela, sin pelos en la lengua, sus andanzas por toda Europa, gamberro en todas partes y caballero en París y Venecia. Tuvo un centenar largo de amantes identificadas, varios hijos naturales (aparte de Leonilda, la única reconocida), se dejó amar cuanto quiso y amó cuanto le dejaron. Se hizo adorar por mujeres de toda condición, desde la noble condesa que le requería en su habitación tras una partida de naipes a cualquier prostituta de los bajos fondos londinenses. Pero ninguna, jamás, logró retenerle.

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