En ocasiones el morbo se encuentra en la ocultación. Khalil-Bay, un diplomático turco, compra un cuadro de tema lésbico, “Les dormeuses”. Junto a este cuadro, y sin figurar en la factura de venta, Khalil-Bey se llevó otra obra secreta que establece un nuevo límite al erotismo. Se trataba de “El origen del mundo”, que representa una vagina que apenas se logra ver, pero del que es imposible despegar el ojo y que permanecería por muchos años oculto para disfrute personal de su propietario. Sobre la modelo se duda si era la amante del pintor y o la del diplomático. Cuando éste murió, se subastó y el lienzo lo adquirió un barítono de la opera de París, Jean Baptiste Faure quien la ocultó también, esta vez detrás de un paisaje nevado, obra del propio pintor. Se sabe que un tiempo estuvo el la trastienda de un marchand y se cree que luego pasó por distintas manos, incluyendo un puritano pervertido y un burdel. En 1912 el cuadro emigra a Budapest para un coleccionista llamado François de Hatvany.

Y en 1935 un especialista en el pintor francés lo bautizará con el nombre de “L´origine du monde.” En 1955 el cuadro es adquirido por Jacques Lacan, el psicoanalista, luego por Sylvia, ex esposa de George Bataille, y el cuadro incomodaba a la servidumbre de la casa de campo y a algunos vecinos, así que el pintor Andre Masson fué requerido para pintar un desnudo abstracto y cubrir la pintura de nuevo. En 1967 aparece en un libro de arte y en 1977 en un libro del sexólogo Zwang. No fue público hasta 1988, cuando se expuso por primera vez en The Brooklyn Museum of Art. Desde el 26 de junio de 1995 es posible ver llorar el original en el museo d’Orsay, Pero no terminó aquí el poder de este desnudo: en 1994 fue utilizado en la cubierta de la novela “Adorations perpétuelles” de Jacques Henric, obra que fue retirada de los escaparates por la policía francesa.

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