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Más allá de los rumores que se han venido difundiendo desde el principio de Playboy, Jill Ann Spaulding, ex conejita, publicó “Jill Ann: Upstairs”, un libro que cuenta su experiencia de lo que sucede en el dormitorio de la mansión del magnate. Antes de entrar en aquella mansión como chica Playboy, era jugadora profesional de poker y, según ella, en esa casa se comercia con sexo a cambio de fama y popularidad. Hefner tiene 12 conejitas esclavas que tienen que servir al fundador de Playboy cada miércoles y viernes en las llamadas Noches de Sexo. En estas noches, las chicas tienen que bañarse en la piscina jacuzzi y participar en una orgía. Además, contó detalles como que hay dos grandes pantallas de televisión en el dormitorio principal con cine porno y que las chicas tienen que gritar mucho mientras practican sexo y simular relaciones lésbicas entre sí. Las chicas reciben a cambio dos mil dólares a la semana, indica el libro. Por otro lado, la siliconada conejita de Playboy Pamela Anderson –ostenta el récord de ser la que más portadas ha tenido en la revista- confesó hace años que descubrió en la mansión de Playboy que las orgías eran el culmen de la excitación plurisexual y que no podría tener un novio tradicional al que no atraigan estos encuentros orgásmicos multitudinarios.

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