Dora Angela Duncan nació el 27 de mayo de 1878 en San Francisco (California, Estados Unidos), y contaba que su pasión por la danza comenzó a los cinco años, cuando le dijo a su madre que sería bailarina y revolucionaria.
Un incendio arruinó a su familia y se vieron obligados a trasladarse a Nueva York. A los 21 años viajó a Londres, y bailó y bailó… A pesar de su éxito, muchos críticos rechazaban sus maneras provocativas para la época: descalza, con túnicas, sin maquillarse e interpretando músicas no escritas específicamente para la danza.

Su primera escuela de danza la fundó en Grunewald (Alemania) y puso como directora a su hermana Elizabeth que elegía a niñas pobres y las ayudaba económicamente además de enseñarles a bailar. A estas niñas se las conocía como “las Isadorables”, un delicioso juego de palabras.

Isadora era atea, bisexual, socialista, revolucionaria…
… partidaria del amor libre, vaya. Tuvo numerosos amantes, tanto hombres como mujeres. Su primer amor duradero y amigo de por vida fue el escenógrafo inglés Edward Gordon Craig, con el que tuvo una hija llamada Deirdre. Su segundo hijo, Patrick, fue fruto de su relación con el millonario Paris Singer (heredero del imperio de las máquinas de coser Singer). Entre sus amantes estuvieron Ivan Miroski, Mercedes De Acosta, Oscar Berege, Eleonora Duse y Heinrich Thode. Frecuentó los salones de Natalie Barney en París. En 1912 se casó con el poeta ruso Serguei Esenin, diecisiete años menor que ella y también bisexual. Tras muchos viajes juntos por el mundo, regresaron a Estados Unidos donde fueron acusados de comunistas y partieron de nuevo a Europa. En 1913, sus dos hijos de relaciones anteriores, Patrick de tres años y Deirdre de cinco, murieron ahogados en el río Sena junto a su niñera tras un accidente de coche. Ocho meses después de la tragedia tuvo otro hijo, que murió en sus brazos a los veinte minutos de nacer.

Y después de su muerte…

Su influencia como bailarina genial, artista innovadora y libre de ataduras, crítica de la cultura y el arte, revolucionaria, y defensora de los derechos de la mujer, la han convertido en una de las personas más destacadas del siglo XX. Murió el 14 de septiembre de 1927, estrangulada por su propia bufanda que se enganchó en una rueda de su descapotable mientras conducía, como acaba de recordar Ondina, que es de las personas que conozco quien mas biografías y aotobiografías se ha leído!!! (Puedes visitar a Ondina en Las mareas de la memoria)

Curiosamente desde la muerte de sus hijos, ahogados en un coche, sólo montaba en descapotables por temor a que le sucediera lo mismo…

Y para terminar este recordatorio, algunas citas sobre y de Isadora Duncan, “leyenda que no murió”, como contaba una de las diosas del ritmo, no sé si La Lupe, o Celia Cruz…:

“Imagina una bailarina que, después de un largo estudio, oración e inspiración, ha adquirido tal grado de destreza que su cuerpo es simplemente la manifestación luminosa de su alma; cuyo cuerpo danza con los acordes de una música oída interiormente, en una expresión de algo externo, un mundo más profundo. Esta es la verdadera danza creativa, natural pero no imitativa, que habla en movimiento fuera de sí misma y fuera de cualquier cosa más grande que todas las identidades”.
La piedra filosofal de la danza, 1920

“Pasé muchos días y noches en el estudio, buscando aquel baile que pudiera ser la expresión divina del espíritu humano por medio del movimiento del cuerpo. Durante horas yo permanecería de pie, mis manos dobladas entre mi pecho, cubriendo el plexo solar… Estaba buscando, y finalmente descubrí, la primavera central de todo el movimiento, el cráter del poder de motor, la unidad de la cual todas las desviaciones del movimiento nacen, el espejo de la visión para la creación del baile. ”
Mi vida, 1928

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