—¿Qué harías si te robara? —me preguntó Natalia con cierta malicia.
—No lo harías —le respondí.

Al escuchar nuestra conversación, Juan Carlos, el hijo de cinco años de la interna gritó:

—¡No, mamá, no lo hagas porque te meten a la cárcel!
—La cárcel no existe —aseguró la mujer después de un breve silencio.
—¿En dónde está la cárcel? —le pregunté al niño en la celda de su madre.
—Allá fuera, donde están los policías —respondió señalando a la ventana.
Patricia Aridjis

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