Para las mujeres del pasado solo existían dos opciones: buena madre y esposa, o al grupo de las mujeres malas. O santa o puta. Pero un grupo de mujeres más refinadas y poco obedientes optó por un camino más entretenido, sexualmente: ser cortesanas o favoritas. A su alrededor se tejían conspiraciones y algunas hasta se daban el lujo de impartir órdenes a los generales y tomaron decisiones gubernamentales, aunque también había guerras entre las favoritas, y en cuanto perdían su juventud y belleza… eran substituidas. Fuera de la corte también ha habido prostitución desde siempre, y a veces en los lugares más moralistas, como se evidenció en Roma, en 1490, cuando el Papa Inocencio VIII ordenó hacer un censo y le salió que el epicentro de las creencias cristianas albergaba a seis mil ochocientas prostitutas, cortesanas y concubinas. Pero lo que más llama la atención es que todas estaban al servicio del clero romano. En fin.

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