Unidades de la sexta flota norteamericana llegaron a Mallorca y a Barcelona regularmente en la década de los 50, tras la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, con miles de marineros a bordo. Disfrutaban de sus permisos en Palma, con lo que los bares y restaurantes del puerto se llenaban de uniformes blancos y hacían su agosto, al igual que los tugurios del barrio chino y los locales de copas y conciertos de Gomila. Muchos de aquellos locales fueron bautizados con nombres yanquis que evidenciaban a que público iban destinados.

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