“A todas luces, vivir es hundirse progresivamente. Los golpes que más espectacularmente nos destruyen, los grandes golpes repentinos que proceden -o parecen proceder, del exterior, aquellos que se recuerdan, aquellos a los que se hace responsables de todo y de los que se habla a los amigos en los momentos de debilidad, esos golpes no dejan huellas. Pero existe otra clase de golpes, que proceden del interior, de los que nos damos cuenta demasiado tarde para poder evitarlos. Irrevocablemente se apodera entonces de nosotros la revelación de que nunca más seremos quienes hemos sido”.

“La manera ordinaria de permanecer a flote cuando uno se hunde es pensar en quienes luchan contra la miseria verdadera o contra la enfermedad: es ése un género cómodo de euforia al alcance de cualquiera en los momentos de depresión y un remedio saludable durante el día. Pero a las tres de la madrugada, cuando el olvido de un objeto toma proporciones tan trágicas como una condenación a muerte, el remedio se vuelve inoperante. Pues bien, en la verdadera noche del alma, son eternamente las tres de la madrugada, día tras día.”

“Una sonrisa -sí. había decidido fabricarme una sonrisa. Continúo trabajando en ello. Quisiera emplear para conseguirlo todo el arte del hotelero, de la vieja canalla mundana, del director de escuela el día de los premios, del ascensorista negro…, de la enfemera que llega a la nueva casa, de la modelo que posa desnuda por primera vez, del figurante de cine optimista a quien se ha empujado delante de la cámara…”

Scott Fitzgerald

 

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