Pericles tuvo, de casado, una aventura con la joven Aspasia, hermosa maestra de retórica, y se cree que autora de alguno de los discursos del líder del partido democrático y, desde el 461, máxima autoridad política de Atenas. Fueron amantes varios años, hasta que Pericles se divorció de su mujer, con la que tenía dos hijos, y pasó a vivir públicamente con Aspasia. Contrajeron matrimonio y tuvieron un hijo. Por su inteligencia, esta mujer despertó la admiración de filósofos, políticos y artistas… y la envidia de algunos de sus conciudadanos, que no veían con buenos ojos a aquella “primera dama”. Incluso llegaron a denunciarla ante el Aerópago por el delito de haber ofendido a los dioses, delito muy grave en la Grecia antigua, que podía ser castigado con la muerte, como le ocurrió a Sócrates. Pericles intervino en su defensa, tres horas ante el tribunal, con elocuencia, para lograr la absolución de su mujer. Según Plutarco “vertió por ella muchas lágrimas, haciendo súplicas a los jueces”.

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