Los tatuajes tienen un enorme potencial erótico, sobre todo cuando representan la figura de una mujer desnuda, “la chica de los presos”, de formas exuberantes y curvas seductoras, pero también otros tatuajes menos evidentes expresan una fantasía de su propietario, a veces fifícl de descifrar para los demás, como es el caso de Thomas Alva Edison, que, según las pólizas de su seguro, con la compañía Mutal Life de Nueva York, tenía en 1911 un tatuaje en su brazo izquierdo y que consistía en 5 puntos. Nadie ha podido descifrar qué significaba. A lo largo de la historia, otras figuras ilustres y respetables han tatuado su cuerpo: Jorge V, rey de Inglaterra, Nicolás II, zar de Rusia, el primer ministro británico, Winston Churchill (un ancla en el brazo), el expresidente norteamericano John Kennedy o Sir Sean Connery, que lleva escrito “Escocia para siembre” (equivalente al “siempre tuyo”) y “Mamá y Papá” en el antebrazo (versión ampliada de nuestro clásico “Amor de madre”). Pero Edison sigue siendo el más destacado, pues fue precisamente él el que inventó la máquina de tatuar: lo patentó en 1876, aunque el aparato originario fue midoficado muchos años despues por otro inventor, Samuel O’Reilly.

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