Última Hora | 17-7-2012

Nos encantaría comprender el universo. Desde las antiguas civilizaciones, las leyes que rigen movimientos planetarios o la cotidianidad terrícola han pasado por diferentes concepciones. Estos días los científicos del CERN han anunciado nueva partícula y en los hogares hemos desempol- vado la física del colegio para asimilar el recién despejado bosón de Higgs, «partícula de Dios». Una teoría de 1964 que su autor ha podido ver corroborada. Por lo visto, existe y causa que las partículas tengan masa.

Converso en Barcelona con Sonia Fernández-Vidal, Doctora en Óptica e Información Cuántica que en 2003 ya estaba en el CERN desentrañando partículas. Expresa su entusiasmo por vivir este descubrimiento: años de trabajo y tal cantidad de información recopilada que en DVDs permitiría construir un puente hasta la Luna. La masa causa que las manzanas caigan al suelo, demostró Isaac Newton en 1665 con su ley de la gravitación universal. Lo extraordinario es que seguimos sin saber qué es la gravedad, tampoco lo aclaró Einstein y Higgs ha introducido aún más interrogantes.

Nuestra conversación decaía hasta que ha derivado hacia Ramón Llull: le propongo un gabinete en el Puig de Cura para analizar los datos del CERN. No se rían, no aún: nací y me crié en Algaida, tengo muy presente li que este sabio universal representa para entender datos que no se pueden asumir con un par de búsquedas de Google en la era de la interrupción constante. Nos vendrían de maravilla el relax y la iluminación, la multidisciplinaridad. A la manera de Llull –artífice del catalán literario, teólogo, misionero, traductor, cabalista, poeta…- lo de la «partícula de Dios» avanzaría mejor.

No en vano la obra de nuestro visionario, pergeñada en este enclave isleño, inspiró a Descartes, Leibniz y otros tantos sabios, sobre todo al inglés Newton, a su vez matemático, astrónomo, teólogo, filósofo, alquimista. Recordemos, ahora que la física está tan de moda, que Llull ya habría anticipado en 1304 el descubrimiento de Newton en su «Libro de ascenso y descenso de la inteligencia»: «Es la piedra movible con movimiento violento o natural: violento cuando se arroja con impulso al aire, y natural cuando desciende, pues entonces se mueve conforme a la gravedad, cuyo movimiento es sensible por la vista, imaginable por la imaginación e inteligible por el entendimiento».

Llull y Newton atesoraban una completa biblioteca de alquimia, teología y poesía. Quizás harían bien los físicos actuales si no ignoraran esta otra sabiduría, tan presente en Llull, que pretendía también alcanzar a Dios. En su caso mediante razonamiento y el diálogo entre las distintas creencias, digamos que con la colisión de ideas en vez de la colisión de partículas. Quedan muchos secretos almacenados en su obra y en la de tantos otros «iluminados», todo suma a la hora de interpretar la materia, y si no pues se lo habrán pasado de maravilla en Mallorca.

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