Té para dos, 1990

Amo las tardes indecentes
en cafeterías para pitiminíes,
las malas artes de tu nombre
bailando entre mis labios.

La historia del té con limón
(a veces también con piel y azúcar)
y al camarero con su embarazosa dignidad
cuando nos ve casi desaparecer bajo la mesa.

Amo los ojos tiernos de lobo feroz
que pones
para intuirme bajo la ropa
y el escándalo de la lluvia
detrás de los cristales.
(Las pruebas del delito, DVD, 1997, p 46)

Proposición deshonesta
Propongo
la audacia del tacto como recurso
a esos domingos tediosos en la tarde
cuando la carne proclama dulcemente
con esa desvergüenza de lo ingenuo:
muérdeme ahora
o quédate con hambre para siempre.
(Las pruebas del delito, DVD, 1997, p 47)

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