Líder de los dioses olímpicos y dios del cielo y el trueno, cuenta la mitología griega que al nacer fue ocultado en Creta para que no se lo comiera su padre, alimentado con la leche de la cabra Amaltea y criado por unas ninfas. Según Homero, el padre de los dioses y de los mortales era muy ligón. Un día, se obsesionó con una humana, Alcmena, y trató de acostarse con ella mientras su esposo, Anfitrión de Tebas, estaba fuera, ausencia que aprovechó para tomar la apariencia del rey y yacer junto a Alcmea. De esta unión nació Heracles. Pero… como a Zeus le gustaba jactarse de sus aventuras con humanas, su esposa Hera se enteró del embarazo de Alcmena y, disfrazada de humana, retrasó el parto cuanto pudo para que el adulterio fuera descubierto. Zeus se encargó que el niño recibiera el nombre de Heracles -que significa “gloria de Hera”- y así aplacar la ira de su esposa, algo que no sucedió.

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