La biógrafa Catherine Carswell analizó a Lawrence y su esposa y recogió las fantasías y aventuras de esta pareja liberal: “A veces se odiaban. Había en ella cosas que lo escarnecían y lo enfurecían, cosas que nadie aguantaría. Pero en parte por esa razón, ¡cómo la admiraba!»” Él y Frieda von Richtofen – pariente del que sería as de la aviación alemana, Manfred von Richtofen, el Barón Rojo, y seis años mayor que Lawrence- tuvieron un matrimonio lleno de pasión desatada, violencia, sexo, infidelidad, bisexualidad y libertinaje, como si de una novela escandalosa más del autor de “El amante de lady Chatterley” se tratara.
Lawrence conoció a Frieda en 1912, corpulenta, atractiva, muy vital y que ya poseía un largo historial sentimental, casada con un profesor de literatura, Ernest Weekly, e inmediatamente se hicieron amantes. Como el escritor sostenía que “el único estado mental sano es la inmoralidad sexual”, matenía un numeroso grupo de amantes con los que practicaba el sexo en grupo. Pero Frieda era su amante preferida, su “pequeño caballo turco” (la llamaba así por su afición al sexo anal), su liberada «diosa del sexo». La obligó a abandonar a su marido y a sus tres hijos y durante la Primera Guerra Mundial debieron exiliarse de Inglaterra, por el origen alemán de Frieda y el pacifismo de Lawrence. Luego se casaron e iniciaron una vida casi nómada por todo el mundo. El endeble Lawrence golpeaba a su esposa y era cruel con ella, pero paralelamente se ocupaba de todas las labores del hogar, la mimaba y le servía la comida en la cama. Aunque estaba obsesionado con el sexo, sin embargo era prácticamente impotente y con fuertes tendencias homo eróticas, y fomentó a su esposa a tener relaciones extramatrimoniales para él mantener las suyas.
Entre los amantes de Frieda se cuentan E. M. Forster y Bertrand Russell, y entre los que compartieron están Katherine Mansfield y su esposo John Middleton. Su vida se acabo tras sufrir de tuberculosis.
