Los humanos somos capaces de humanizar todo lo que tenemos a nuestro alrededor, las prendas que vestimos o que visten las personas amadas y así sentir hacia esos objetos cariño protector, compasión, piedad y… deseo sexual. Cualquier prenda es digna de convertirse en fetiche, pero la lencería es la que se lleva la palma. La hay de todas las formas y materiales, y además a la hora de elegirla, el color parece ser también importante.