Las horas se pierden los domingos
y eso que tienes enfrente sólo es un árbol. Un árbol
con hojas de papel de fumar.
Mi calma es de papel de fumar.
¡Humm! Chisss… Escucha: huele a café.
Uno solo, por favor. Porque uno y uno dos
y la feblesa en castellano parece menos debilidad.
Amar, haber amado,
utilidad, futilidad, hastío, estío y ese árbol
que te mira sin compasión. Déjalo.
No lo zarandees, puede romperse:
el rugido del trueno es aterrador
aunque luego le siga la risa.
No lo zarandees. Míralo:
inútilmente se revuelve
como Machado, tu árbol manchado
se mece al viento y ya no va a crecer.
Algo, no sé qué, lo ha estropeado.
Déjalo. Su dolor no te hará daño…
Pero no le digas bajo ningún concepto
que el horizonte que tiene enfrente
carece de distancia.
No lo entendería…
¡¡Está bien!! Es-tá-bien. Pon un poco de música en la radio:
mi top-one es “ne me quitte pas”.
canciones para amantes distinguidos.