Como habréis podido leer en mi perfil, nací y me crié en Algaida, Mallorca. Islas Baleares. Viajé a Barcelona para estudiar y aquí me quedé.

La vida -social, literaria, laboral-  me ha hecho abandonar definitivamente una querida aspiración, que ahora sé casi imposible, y es la de poder tener todas las edades al mismo tiempo. La vergüenza entonces no tiene frío y casi ninguna experiencia cercana al sentido del ridículo tiene importancia en ese mundo cuántico.

Bien, afirmaba que no se puede, que vale, que ya lo he entendido… pero cuando regreso a Algaida el milagro se produce durante unas horas, siempre, os lo aseguro.

Este año tenemos pruebas. Las fotos que siguen fueron tomadas entre las tres y las cuatro a.m. en Ca’n Salem, una panadería requeteantigua escondida, detrás de la iglesia, en la calle Laberint, y que enciende los interruptores de su obrador a eso de las dos y media.

Pasó por la mente una idea y la realizamos: comprar las primeras panades del día, deliciosas. Y las paseamos de vuelta a casa con el espíritu travieso de Tom Sawyer y Louise Bourgeois animándonos a disfrutarlo. Desayunarlas horas más tarde fue desayunar alegría de la que chisporrotea entre los electrones cuando no hay ningún obstáculo en su camino. ¡Misión cumplida!

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