Llama la atención la multitud de hombres que protagoniza el capítulo de los anoréxicos sexuales. Quizás tenga algo que ver una tremenda ley inglesa que, hasta 1884, permitía que una mujer pudiera ser arrestada por negarle sexo a su esposo, y en cambio no hubiera ninguna para los hombres.
La falta de deseo o anorexia sexual responde a una fantasía de superioridad que consiste en aplacar los propios instintos en contra de la necesidad de sexo natural del cuerpo. ¿Por qué hacerlo, pues? Hemos encontrado pistas: regodeo enfermizo, afán morboso y mal disimulado en este sacrificio que, paradójicamente, intensifica pasiones turbias fruto de la represión social, se puede dar en cualquier época y con cualquier excusa: unos por miedo, otros por los rastros de una neurosis sexual relacionada con experiencias traumáticas o bien por convicciones más o menos religiosas, personales o esotéricas, como pretender reservar la energía de este modo tan sufrido.
