Si uno busca “insulto” en un diccionario, verá que se define como “palabra o acción ofensiva cuya finalidad es provocar o irritar”, de donde se puede inferir que es una forma de estímulo que procura cierta respuesta o reacción negativa de nuestra parte, según la escritora y comunicadora Roser Amills Bibiloni (www.roseramills.com) .

No obstante, para esta investigadora, autora de “333 vitaminas para el alma”, para responder a los insultos “hay que ser más buenos que los malos”, y recomienda tener a mano algunos “golpes de efecto” como los siguientes para cuando sea necesario:.

• ¿Y?. La respuesta “¿Y?” al que se burla muestra indiferencia ante la burla y le resta importancia. Porque quien se afecta por un insulto, se infecta.

• Elogio. Cuando uno es molestado, generalmente es efectivo responder con un elogio. Por ejemplo, si alguien se mete con nuestro aspecto, podemos responderle “Tú eres muy guapo”.

• Indiferencia. Hay un refrán que dice que “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio”. El que insulta lo hace para obtener otra mala respuesta, así que si no la obtiene, no habrá conseguido su cometido.

• Dar la razón aunque no la tenga y pedir perdón. No es necesario que uno se crea lo que hace, pero una buena actuación deja sorprendido a quien insulta y, a veces, se arrepiente de haberlo hecho.

• Una amplia sonrisa. Ante un insulto, podemos plantarnos una de nuestras mejores sonrisas y podremos ver como la persona que tenemos enfrente se desespera y termina por desistir, completamente “descolocada”.

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