El 23 de diciembre de 1909, James Joyce le escribió a Nora Barnacle: “Verás que no soy un mal hombre. Soy un pobre poeta impulsivo, pecador, generoso, egoísta, celoso, insatisfecho y de naturaleza amable; pero no soy una persona mala y falsa. Querida, intenta protegerme de las tormentas del mundo. Te quiero (¿lo crees ahora, querida?) y, oh, estoy tan cansado de todo lo que he hecho aquí, que creo que cuando llegue a Via Scussa me deslizaré hacia la cama, te besaré tiernamente en la frente, me escurriré entre las sábanas y dormiré, dormiré, dormiré.” |||