Valentín Pérez es el impulsor de Minotauro Digital (ahora Minobitia), una editorial, que puso en marcha hace 15 años, donde comenzó a publicar en formato digital y luego en papel. “Surgió hacia 1997 como revista digital de arte y literatura. Aprovechamos la oportunidad que nos ofrecía Internet para llegar más lejos y así a lo largo de estos 15 años hemos publicado relatos, poesía, obra gráfica, etc. así como artículos sobre arte, cine, literatura, reseñas, etc”, explica este “editor con más ánimo que lucro, así que también diseño, maqueto, corrijo, programo y leo, y si me sobra tiempo, escribo. También doy cursos de creación de ebook”, explica en su perfil de Twitter.
Pregunta. ¿La edición no da para vivir?
Respuesta. En el mundo editorial, los editores solemos tener más ánimo que lucro porque vivir de hacer libros (como de escribirlos) no está al alcance de todos, así que además de editar nuestros propios libros, colaboro con otras editoriales especialmente en el ámbito de creación de libros electrónicos, y así maqueto ebooks para editores y distribuidoras, aunque también realizo labores de diseño y maquetación para papel y trabajo como editor web para portales educativos. También desde hace un año imparto los cursos de creación de libros electrónico en Cálamo y Cran que ha sido pionera, dentro del ámbito de los estudios del mundo de la edición, en establecer un curso profesional de creación de libros electrónicos en formato ePub.
P. ¿Cómo fue lo de pasar del libro digital al papel?
R. Nacimos como revista («Minotauro Digital) pero en seguida empezamos también a publicar libros en formato digital. Entonces (te hablo de en torno a 2001-2002) todavía no había formato ePub, ni mucho menos, y los libros los publicábamos en formato Microsoft Reader (.lit) y también en PDF. La mayoría de los libros eran de libre descarga y otros tenían un precio simbólico. Curiosamente mientras que el proceso más frecuente para la mayoría de los editores ha sido pasar del papel a ebook, en nuestro caso fue al revés, ya que empezamos publicando nuestros libros en digital y en un momento dado nos atrevimos también con el papel. Fue en el 2005 cuando iniciamos la aventura de una revista llamada «Cuadernos del Minotauro», una revista de arte y literatura dirigida especialmente al ámbito académico en la que colaboraron profesores de universidades españolas y extranjeras y en la que también incluimos creación original (solo por centrarme en la poesía, por nuestras páginas pasaron las voces más jóvenes de la poesía actual como Luna Miguel, Laura Casielles, Gonzalo Escarpa, Alejandra Vanessa, Ana Gorría). Tuvimos la suerte de mantener viva la revista hasta el número 7 que nos parecía un buen número simbólico para reconocer que la aventura en papel de una revista de esas características no tenía mucho futuro. También a partir de 2006 comenzamos nuestra colección de libros (tanto en papel como en digital) que nació a la sombra de la revista, como anejos de la misma. Precisamente para independizarla de la revista y por las confusiones de la denominación, en 2010 separamos la revista de la editorial que pasó a llamarse «Minobitia».
P. ¿Qué criterio sigue para seleccionar las obras?
R. Creo que no voy a ser original si digo que el primer motivo para seleccionar una obra es que me guste, seguramente porque egoístamente creo que si el texto no me convence a mí mismo tampoco voy a ser capaz de convencer a nadie de que merece la pena leerlo. Pero por otra parte sí que tanto en Minotauro Digital como en Minobitia siempre hemos tenido cierta tendencia a la marginalidad, a tratar aquellos temas que están justo en el borde del precipicio o en el limite de lo que a otras editoriales les interesa más, de ahí que hayamos publicado libros sobre graffiti («Graphitfragen, una mirada reflexiva sobre el graffiti»), o hayamos querido recuperar la voz de las poetas petrarquistas del Renacimiento, es decir, voces normalmente marginadas. También uno de nuestros títulos es precisamente «En torno a los márgenes. Ensayos de literatura poscolonial» que intenta destacar la importancias de las voces literarias que crecen en los márgenes de la civilización occidental, y también por lo mismo hemos publicado una moderna novela picaresca, una segunda parte apócrifa de la Pícara Justina. Es decir, que tenemos una tendencia a los temas y a los personajes marginales, lo cual también se aprecia claramente en el hecho de que nos atrevamos a mantener una colección de poesía.
P. ¿Cómo ve el futuro de la edición electrónica en España?
R. Aunque llevamos desde el 2009 diciéndonos cada año que iba a ser el año del libro electrónico en España, es cierto que a partir del 2011 ya parece que la cosa ha terminado de despegar. Pero digo despegar porque aún no ha cogido altura. Estamos en un momento fundacional y aunque hay muchos movimientos y día sí y día también hay noticias importantes sobre el mundo del libro electrónico, lo cierto es que el nivel de ventas sigue siendo bajo y las editoriales empiezan a ponerse nerviosas.
P. Así que las ventas no acompañan al ebook.
R. Los libros electrónicos se venden poco no tanto por ser electrónicos como por ser libros, porque nos guste o no, la mayoría de los lectores no se leen 20 libros al año y dado que gran parte de las compras de libros son por impulso en librerías, de momento y mientras no cambie mucho el ecosistema editorial, las ventas en digital seguirán siendo bastante menores que en papel, aunque muchos lectores de los que sí leen 20 libros al año se acaben pasando al mundo digital, porque lo que realmente mantiene gran parte de la industria editorial son precisamente los lectores más ocasionales o los lectores de best-seller y es a estos a los que a la industria tiene que conseguir atraer para la lectura digital, si le interesa, claro, buscando fórmulas que todavía no hemos encontrado.
P. ¿La tecnología genera inconvenientes para el desarrollo de los libros electrónicos?
R. Los formatos son aún limitados y los ereaders no se esfuerzan mucho en mejorar la interpretación que hacen de ellos. La aparición del iPad en 2010 ralentizó algo la evolución natural, al poner el impulso en otros sentidos. Los fabricantes se han orientado más hacia tabletas y hay cierta inclinación hacia el libro multimedia-enriquecido más que hacia formatos de lectura más tradicional pero que permitan una calidad tipográfica cercana al papel.
MI EBOOK Y YO
P. ¿Qué dispositivos de lectura utiliza?
R. Todavía sobrevivo con mi Sony PRS 600
P. ¿Qué libro electrónico está leyendo?
R. Estoy con un artículo que me he convertido a ePub para leer tranquilamente, «Copiar, robar, andar» de César Rendueles. He terminado Las 1001 fantasías más eróticas y salvajes de la Historia, de Roser Amills, aprovechando que acababa de hacer el ePub para la distribuidora.
P. ¿Dónde compra los ‘eBooks’?
R. Confieso que compro pocos ‘ebooks’ porque una de las ventajas de dedicarse a hacerlos es que no me faltan nunca buenos libros para leer.
P. ¿Dónde lee libros electrónicos?
R. Igual que en papel, leo en donde tengo un momento, aunque prefiero el rinconcito de lectura en casa. Y normalmente cuando viajo en transporte público prefiero leer en el ereader que en papel.
P. ¿Qué ebook recomienda para el fin de semana?
R. Aunque esté feo uno de los nuestros, El libro de Angelina, de Fernando Figueroa, una aventura histórica-mitologica-erótica muy divertida. También recomiendo cualquier libro de Julio a Cortázar, que se han estrenado hace muy poquito en formato ebook, y, en especial, Los reyes.