En un circo trabajaba un trapecista con sus cuatro hijos. Actuaban juntos, excepto el menor. Un día, se acercó al padre y le confesó su temor: caer del trapecio y fracasar… El padre le dijo: “Hijo, en todo lo que emprendas, lanza tu corazón a la barra, que tu cuerpo lo seguirá”
![](https://roseramills.com/wp-content/uploads/2014/11/10817760_313666808831960_378378653_n.jpg)