A la convocatoria de la editorial La Campana han acudido practicantes del género de la columna periodística de la mayoría de diarios de la ciudad y autores vinculados a la editorial: Jordi Puntí, Miquel Ferreres, Albert Sánchez Piñol, Albert Om, Sergi Pàmies, Francesc-Marc Álvaro, Carles Porta, Víctor Amela, Manel Cuyàs, Roser Amills, Salvador Cardús, Josep M. Fonalleras, Patricia Gabancho, Joan de Sagarra, Ignasi Aragay, Sergi Doria, Màrius Serra, Xavier Grasset, Llàtzer Moix, Carles Ribera y Xavier Sardà. El dibujante Miquel Ferreres ha regalado a Espinàs el original del dibujo que ilustraba las páginas que ‘El Periódico’ dedicó a la publicación de ‘Una vida articulada’ el pasado 21 de marzo.
“El libro pone de una manera muy clara sobre la mesa la gran calidad literaria de Espinàs, su buen humor, su ironía y su ternura”, ha argumentado su editora, Isabel Martí. El libro se planteó hace años como una recopilación de columnas agrupadas temáticamente, pero pronto se reveló imposible, ya que en todas ellas se pasa de un tema a otro, o se parte de excusas para acabar lanzando observaciones sobre la vida difícilmente clasificables. “Todas las columnas tratan sobre la condición humana”, ha comentado su autor, que el mes pasado cumplió los 86 años y sigue publicando su columna seis días a la semana en ‘El Periódico de Catalunya’. Finalmente, ‘Una vida articulada’ se ha acabado convirtiendo en una especie de dietario, con fragmentos escogidos ordenados cronológicamente.
En un momento del acto, Espinàs ha hecho una demostración práctica de que es para él el arte de la columna: se ha sentado y ha recitado, sin cantarlos, los primeros versos de ‘La chica de Ipanema’, en los que el poeta se admira de ver cómo pasa por delante de sus ojos “una cosa tan maca, tan plena de gràcia”. “Soy un ‘prosaire’, he procurado que la prosa cante en voz baja”, ha concluido.
El escritor Sergi Pàmies glosó la “tendencia, poco ‘sermonaire’ pero pedagógica, a la sensatez” de los escritos de Espinàs y destacó que ha supuesto, durante 36 años, “contar con la confianza de que alguien te encargue una columna diaria de tema libre y que te pague por hacerla”.
La presentación se ha convertido no solo en un homenaje a Espinàs sino también al restaurante donde se desarrolló, el Lázaro de la calle Aribau, donde el escritor comía cada sábado con su cuñado Néstor Luján, seguidor incondicional de la cocina casera del local, como lo ha seguido siendo Espinàs.
