“Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza”
Stendhal

Para Platón, el filósofo, el placer era lo indeterminable, lo que nos invitaba a una experiencia de insaciabilidad opuesta a la medida. La insaciabilidad del deseo como desmesura. Y eso asusta.

Y como asusta, somos muy dados a bajar la cabeza y a aceptar los límites que nos ponen los demás sin rechistar. Porque eso calma el miedo, o dicho de otro modo: preferimos que nos digan qué podemos y qué no podemos hacer en vez de dejarnos llevar, pues dejarnos llevar nos impresiona demasiado.

Y ahí es donde aparece la libertad individual como gran tema. ¿Qué es la libertad sexual?

La libertad no es hacerlo todo, sino hacer lo que quieres hacer
Un ejemplo de que aún hay mucho por trabajar, hablar y debatir son los jóvenes que aún hoy apuestan por mantenerse lejos de su cuerpo, sin conocerse individualmente ni los unos a los otros, avanzando por polos peligrosos: una aparente libertad que se escenifica con la exposición de su cuerpo y su sexualidad “como si fuera un producto” que tallan al gusto de los demás; la falta de seguridad de los que sencillamente tratan de sobrevivir sexualmente sin mucha motivación (hay que ligar, seducir, coleccionar aventuras como si de un trabajo se tratara…); los que se castigan con relaciones insatisfactorias recurrentes… En definitiva, querer hacerlo todo y encontrar ahí una insatisfacción mucho mayor que no haciendo nada.

¿Qué deseas realmente?
Por eso hablo tan a menudo, para generar debate, de la libertad sexual como considero que debería ser: hacer lo que realmente deseas, no hacer por hacer.

Por ejemplo, si te apetece practicar un trío o meterte dos consoladores a la vez, hazlo. Pero si lo haces para impresionar al otro o para no perderle, o porque está de moda, o porque crees que debes hacerlo aunque no sepas exactamente por qué… pues no lo hagas. O no siempre.

¿Parece sencillo diferenciar lo que quieres hacer y lo que no quieres hacer? Sí, lo es. Y también parece de sentido común… ¡Pero a veces el sentido común es el menos común de los sentidos!

Para hacer lo que quieres, necesitas saber qué se puede hacer
Por todo esto que hemos comentado hasta aquí es tan importante que consideremos necesario, cada uno individualmente, tener suficiente cultura sexual. Basta ya de repetirnos que “estos temas no nos interesan” si ni siquiera sabemos en qué consisten.

Tenemos que probar nuevas experiencias para diluir las que están ya demasiado usadas y renovarlas, y para ello hay que investigar y ponerle pasión. Porque esa cultura es lo que más puede ayudarnos a discernir lo que queremos hacer y lo que no.

Cultura sexual tanto para leer libros como para hacer preguntas, para mantener la curiosidad y las ganas de aprender probando cosas nuevas, pero siempre con el chip adecuado: el sexo es un juego, tú aceptas y defines las reglas que te convengan y no estás obligada a nada que no sea de tu gusto.

Entonces, cuando tengas toda la información a tu alcance, serás verdaderamente libre.

Aprende más en «Me gusta el sexo»

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