En febrero de 1956, una mañana la isla amaneció, como toda Europa, cubierta de nieve. Fue de tal envergadura y duración aquella ola de frío que habría que retroceder a la edad glacial para encontrar un acontecimiento semejante. Se produjo la temperatura más baja registrada en nuestro país en todos los tiempos desde que hay mediciones: -32,0ºC en la estación del Lago Estangento (Pirineo de Lérida).
Los coches eran todavía modelos muy antiguos y el tranvía recorría Palma a sus anchas, pero esos días la isla quedó totalmente paralizada.
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