Margaretha Geertruida Zelle, huérfana de madre, que apenas tenía 14 años cuando la tuvo y murió en el parto (fue cuando los sacerdotes javaneses del templo donde su madre servía la apodaron Mata Hari, Pupila de la aurora), símbolo de la mujer fatal e intrépida, la más famosa y legendaria de las espías, siempre sensual, despertó pasiones y fantasías como ninguna otra desde muy niña. Su fama de seductora se inició a los quince años, en la escuela donde fue enviada junto con sus hermanos, en vista de la incapacidad de su extravagante padre para educarles con sensatez. La mayor parte de sus años en Lyden los pasó huyendo del acoso sexual y de los castigos del director de la institución, un tal Wibrandus Haanstra, quien llegó a arrastrarse a sus pies, a gimotear en público y a escribir horrendas poesías con tal de conseguir sus adolescentes favores.