“Digamos que el 90% es auténtico y el 10% restante, inventado”.
La autora no ocultó en las entrevistas que lo que escribía estaba basado en sus experiencias personales. En este libro, controvertido y superventas, «Los cien golpes», donde cuenta el brutal despertar sexual de una menor de edad narrado con pelos y señales por ella misma.
Con todo lujo de detalles, describe un año de su vida, de los 15 a los 16, y su paulatino descubrimiento del sexo y todas sus variantes: masturbación, sexo oral, voyeurismo, lesbianismo, sadomasoquismo, orgías, intercambio de parejas… nada es ajeno a la joven, cuyo único sueño en la vida es encontrar a un príncipe azul que la cuide y proteja, sin necesidad de pasar primero por su cama (o por el asiento trasero de su coche). Sobre la masturbación, tenemos el siguiente fragmento: “Me admiro ante el espejo y me quedo extasiada por los contornos que se van delineando poco a poco, por los músculos que toman una forma más modelada y segura, por los senos que comienzan a advertirse debajo de las camisetas y se mueven suavemente a cada paso. […] Muchas veces, siempre con mi imagen reflejada en el espejo, introduzco despacio un dedo y, mirándome a los ojos […] Después viene la vergüenza. Al contrario que Alessandra, nunca me entrego a fantasías mientras me toco. Hace algún tiempo me confió que se tocaba y me dijo que en esos momentos le gusta pensar que un hombre la posee por la fuerza y con violencia, como para hacerle daño. A mí me asombró porque para excitarme me basta con observarme. Me preguntó si yo también me tocaba y le dije que no. No quiero destruir este mundo de algodones que me he construido, es un mundo mío, cuyos únicos habitantes son mi cuerpo y el espejo: responder que sí a su pregunta habría sido traicionarlo”.