Gracias a Suetonio y Tácito, biógrafos del emperador, sabemos que a Nerón (37- 68 dC) le gustaba salir de una jaula disfrazado, recubierto con la piel de una fiera, y arrojarse de esta guisa sobre hombres y mujeres previamente inmovilizados atándolos en un poste. También intentó acostarse con su madre haciéndose pasar por otro y en sus ratos libres se disfrazaba además para poder acudir a los burdeles como un romano anónimo. Aloys Winterling cuenta, en la biografía que publicó sobre Calígula (12-24 dC), que el emperador romano hizo que se desenterrase la tumba de Alejandro Magno (356-326 aC) para hacerse con su coraza, que luego vestía asiduamente para andar por casa. También mandó construir una estatua suya de oro y ordenaba a sus esclavos que cada día estuviera vestida con la misma ropa que él llevaba. Lo peor es que durante el día comprobaba si le habían hecho caso. A su última esposa también la obligaba a jugar a los disfraces: le excitaba llevarla delante de los soldados desnuda vestida únicamente con escudo y espada mientras él montaba a caballo a su lado. Otros personajes célebres se disfrazaron por razones más prácticas, como es el caso de la princesa Isabel, hija de Catalina I de Rusia (1684-1727), que tal como cuenta Silvia Miguens en “Catalina la Grande, el poder de la lujuria”, escapaba de palacio junto con otras muchachas de la corte a bailes de travestidos para poder emborracharse: en aquella época, a las mujeres no les estaba permitido beber alcohol en las fiestas y por lo visto en los bailes de travestidos sí había alcohol. Más recientemente, cuenta Dali en su “Vida secreta” que un día sus tios le obsequiaron un disfraz de rey, corona de oro, pantalón de seda y cetro blanco incluidos; se los prueba, la suavidad de la seda y la peluca le inducen a desnudarse esa noche ante el espejo; ve que algo sobra, que no entiende para qué puede servir y oculta sus partes entre los muslos, luego se mira de nuevo: satisfecho. También hay una conmovedora foto de Oscar Wilde disfrazado de Salomé. Y, en 1982, la esposa de Ozzy Osbourne (1948), el cantante de “Metallica”, puso toda la ropa de Ozzy bajo llave para impedirle marcharse de borrachera. Él salió vestido con la ropa de su mujer y acabó en prisión por aliviarse contra un monumento de Texas, bajo la atónita mirada de dos agentes de la policía que le detuvieron.

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