Prostíbulos literarios: una herida en el tiempo
Estética Kurt Weill sin humo, voces susurrantes acariciadas por un trío de jazz al fondo, presente, a veces demasiado; complicidades de las que sólo se dan de noche amparadas por la penumbra: confidencias a media sonrisa, roces hermosa y decadente.
Es lúdico el contraste entre las poetisas y algunos de los asistentes esmerados en su indumentarias con los de camiseta gastada o chanclas (lástima que no participen del todo en este ritual de la belleza al más puro estilo Baudelaire). Risas, brindis, juego y palabras a las que una audiencia cautivada les tendió una red para atraparlas, saborearlas y dejarlas ir, para compartirlas con otros. Por sólo una moneda un poema se desliza en tu oído, y la elegida (o elegido) recitarán como si en ese instante sus palabras tuviesen sentido sólo por y para ti, aunque en instantes te traicionen con otro comprador. “El Prostíbulo Poético está, en primer lugar, interesado en la presentación de literatura buena e inédita. Sin embargo, es también un acontecimiento, una performance, basada en el concepto de un burdel”. Un concepto heredado de la Nueva York que quería ser europea y heredar la tradición de los cabarets literarios como el Voltaire de Zurich. A partir del 21 de octubre podremos visitarlo de nuevo.