Por Carlos López-Tapia | Elcinedeloqueyotediga.com | Lunes, 20 de abril de 2015
La imagen es de una cámara montada en un dron. El azul marino de las aguas va cediendo espacio en el encuadre a la tierra. Una isla. Mallorca. La cámara comienza su descenso hacia el borde de la isla. Un puerto, según el dron, desciende y el centro de la imagen va siendo ocupado por un único barco. En la proa, se distingue un gallo pintado, un gallo que cacarea. Es el yate de Errol Flynn, el “Zaca”. el actor está sentado en cubierta, junto a él un maletín de médico con dos palabras, Flynn Enterprise, que contiene una botella de vodka, vasos y todo lo necesario para improvisar una copa en cualquier momento. Frente al actor un joven de unos 18 años. Esta vez el protagonista es este chico.
Título: “El ecuador de Ulises”
Autor: Roser Amills
Editorial: Ifeelbook
Miquel es un joven mallorquín que no sabe qué hacer con su vida al comienzo de la década de 1950. No desea seguir el oficio de un padre ebanista que no le comprende y los estudios no le han revelado ninguna vocación concreta. Sabe que le gusta escribir y el cine. Las circunstancias y su empeño le conducirán a ser contratado por Errol Flynn.
El actor vivió en Mallorca, en su yate, largos periodos. Durante tres años hizo poco más que eso y la escritora mallorquina Roser Amills nos cuenta la historia de Miquel a partir de este hecho real, para señalarnos la importancia de creer en los propios sueños al tiempo que la inocencia cede ante la realidad. La autora ha investigado y ha contado con la memoria del periodista Jaime Arias, fallecido hace un par de años, que fue jefe de prensa de la Paramount en España y trató no sólo con Errol, sino también con Ava Gardner, con Rita Hayworth y muchas otras estrellas que rodaron o visitaron España en aquella década. Con ese material rodea a su protagonista de situaciones y conversaciones probables, bien construidas y narradas.
La autora consigue llevarnos a la Mallorca de aquellos años con pinceladas ambientales bien documentadas. Maneja a los personajes con sobriedad y con comprensión, con nostalgia cariñosa a menudo. Demuestra un buen conocimiento de Errol Flynn, de su forma de ser y pensar, sin necesidad de recurrir al sensacionalismo abundante que identifica al actor. Todo el conjunto está muy bien equilibrado para no perderse en el camino de lo importante, Miquel y la tragedia vital que supone para muchos de nosotros el paso de la adolescencia a la juventud, y el riesgo que puede significar resistirse a la madurez en busca de una juventud perpetua, una vida dentro de una película.
Si la suerte te llevara este verano a visitar Mallorca, no se me ocurre una lectura más adecuada, incluso sin ser un aficionado al cine o la época. Lo he leído en sesión continua a lo largo de una noche y ha sido un placer.
Carlos López-Tapia