El rey visigodo Chisdavinto (563-653) ordenó castrar a todo aquel que fuese sorprendido practicando la sodomía, salvo que el sodomita perteneciese al clero, en cuyo caso era perdonado, no se sabe muy bien por qué. En “100 españoles y el sexo”, de David Barba, el cineasta madrileño Jesús Franco (1936) desvela la relación entre el sexo anal y la virginidad: “Follar, en mi juventud, era un milagro más que un pecado. No había anticonceptivos, y los que existían eran ilegales. Con las de clase media o baja no había manera de hacer nada, pero las niñas bien ofrecían alternativas, como hacerlo por el culito”.