publicado en CULTURA | Terra.es

¿Murió Borges virgen? ¿Qué le excita a Eva Longoria? ¿Por qué Hitchcock estaba obsesionado con las rubias? ¿Eran ciertas las habilidades de Cleopatra para el sexo oral? En su último libro, la escritora Roser Amills da respuesta con buenas dosis de picardía y sentido del humor a estas y otras preguntas.

Grandes literatos, personajes históricos, intérpretes de Hollywood y un sinfín de personalidades ilustres son los protagonistas de ‘Las 1.001 fantasías más eróticas y salvajes de la historia’, libro en el que Roser Amills recopila y clasifica hechos, rumores y leyendas pertenecientes al ámbito privado de cientos de celebridades.1001 fantasias de roser amills en portugal

El escritor irlandés James Joyce, uno de los nombres fundamentales de la literatura contemporánea, mantuvo con su esposa Nora Barnacle una correspondencia que nos muestra el lado más ‘pícaro’ del autor del ‘Ulises’. “Dime las más pequeñas cosas acerca de ti detalladamente mientras sean obscenas, sucias y secretas”. En otra ocasión, le enviaba un billete “para comprar lindas bragas, o medias, o ligas. Compra bragas de puta, amor”, afirmaba.

 

León Tolstoi dejó que su mujer leyese los diarios que él había escrito durante su juventud, en los que se detallaba su agitada vida de soltero con gran detalle. Aunque la joven Sofía sufrió al conocer las correrías del autor de ‘Guerra y Paz’, estuvo a su lado hasta el final de sus días.

La sexualidad de Jorge Luis Borges también fue objeto de rumores, pero en el sentido contrario. La que fue una de sus criadas reveló que el escritor “murió virgen” ya que sentía pánico al sexo. Según la misma fuente, su relación con María Kodama nunca llegó a consumarse y tuvo que soportar sus malos tratos.

Thomas Mann, responsable de obras maestras de la literatura como ‘La montaña mágica’, estuvo casado con Katja Pringsheim aunque lo que verdaderamente le atraían eran los hombres, como revela Anthony Heilbut en ‘Thomas Mann: Eros and Literature’ y como queda patente en ‘Muerte en Venecia’.

La homosexualidad tampoco fue ajena para Marlon Brando, auténtico ‘sex symbol’ que no vaciló en reconocer que, “como gran número de hombres, yo también he tenido experiencias homosexuales y no estoy avergonzado”. Entre sus amantes masculinos pudieron estar Burt Lancaster, Laurence Olivier o Leonard Bernstein. Entre las féminas que cayeron rendidas a sus encantos, Ava Gardner, Marilyn Monroe o Édith Piaf.

En la biografía de Jonh Lennon escrita por Philip Norman, se sacó a la luz “la extraña relación que mantuvo con su madre” y las fantasías sexuales que tenía con ella…y con su compañero de grupo Paul McCartney. Cuando hacía el amor con su mujer, a Sigmun Freud le excitaba que le susurrase “al oído nombres de postres mientras la mantenía atravesada en la cama, con la cabeza colgada en vilo”.

‘El poder de la lujuria’ cuenta que Catalina II de Rusia tenía un apetito sexual voraz que su esposo Pedro III no pudo satisfacer. Según Roser Amills, la zarina “requería los favores de sus amantes hasta seis veces al día y contaba con una media de 21 fijos y, al año, disfrutaba de hasta un total de 80 jóvenes a su disposición”.

Víctor Hugo también fue un amante insaciable que no abandonó sus costumbres licenciosas después de casarse con Adèle. Como deseaba lo mejor para su marido, al que consideraba “uno de los hombres más importantes del mundo”, decidió encargarse de mantener al día la ‘agenda’ de amantes de su afamado esposo.

Perversiones y prácticas ‘fuera’ de la norma

Las aventuras, apetencias y fantasías sexuales de Salvador Dalí han hecho correr ríos de tinta. El maestro surrealista convirtió su residencia en el castillo de Púbol en lugar de encuentros sexuales entre Gala y la multitud de jóvenes a los que ella seducía. Como buen ‘voyeur’, Dalí se limitaba a contemplar a su esposa mientras se dedicaba a una de sus grandes aficiones: el onanismo. A mediados de los años 30, el artista declaró que estaba obsesionado “por la carne rolliza de Hitler, la más divina carne de una mujer de cutis blanquísimo”.

Otra pareja de costumbres sexuales ‘atípicas’ fue la formada por Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir: “los juegos perversos entre ambos incluían a menudo terceras personas de cualquier sexo, con las que mantenían aventuras sin esconderse jamás de ello. Solían tiranizar a sus amantes, en algunos casos hasta llevarles a la locura y al borde de la muerte”.

Isak Dinesen, seudónimo de Karen Blixen, ha pasado a la posteridad por sus celebérrimas ‘Memorias de África’. Menos conocida es su faceta masoquista, plasmada en la relación con un joven poeta danés al que sometió y maltrato durante cuatro años.

Cleopatra pasó a la historia no solo por ser la última reina de Egipto sino por su insaciable apetito sexual. La leyenda dice que llegó a “practicar felaciones a miles de hombres, incluyendo a cien romanos en una sola noche”.

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Otra anécdota acerca del sexo oral la contó la señora Rius, célebre ‘madame’ barcelonesa que todavía recuerda su experiencia con un joven Jean-Paul Belmondo, que le practicó sexo oral con tanta furia que “tuvo que estar tres días sin trabajar, el tiempo que tardaron en curar las heridas” causadas por el protagonista de ‘Al final de la escapada’. También reveló una de las aficiones del Nobel Camilo José Cela, que en una ocasión “pidió dos chicas, una para la cama y otra para que rompiera vajillas mientras él se corría”.

Dentro del círculo de los surrealistas, Luís Buñuel destacó por su erotismo desatado: entre sus fantasías adolescentes se hallaba narcotizar a la reina Victoria Eugenia para luego violarla, imagen que plasmaría años después en el film ‘Viridiana’.

Otro cineasta español, Luís García Berlanga, cultivó a lo largo de su carrera cinematográfica un erotismo de decidido carácter fetichista. El que fuera presidente de la Academia de tacón de Aguja confesó que su pasión por el calzado femenino procedía de su infancia: “cuando era niño, mi madre se reunía con sus amigas alrededor de la mesa camilla. Yo me escondía debajo y me pasaba la tarde viendo medias y zapatos”.

La pasión por los pies es compartida por famosos como Madonna o Quentin Tarantino: célebres son las fotografías en las que la cantante succionaba un dedo del pie de la modelo Naomi Campbell y la secuencia de ‘Abierto hasta el amanecer’ en la que el director de cine bebe tequila de uno de los zapatos de Salma Hayek.

Will Rogers, uno de los ‘cowboys’ más populares de la épocadel cine mudo, estaba obsesionado con otra de las estrellas de la Fox: la pequeña Shirley Temple. “Llegó a hacer un agujero en la pared para espiar el camerino contiguo de la pequeña actriz”.

Fundadora de la revista de crítica de arte ‘Art Press’, Catherine Millet es una de esas mujeres que han llevado sus fantasías a la práctica… y que no han tenido problemas en contarlo. Su actividad sexual con desconocidos –se convirtió en una experta en el ‘cancaneo’- quedó plasmada en la controvertida autobiografía ‘La vida sexual de Catherine M.’

Eva Longoria declaró sus gustos por el ‘bondage’ o sadomasoquismo ‘light’: “me gusta que en la cama me dirijan. Hay algo muy excitante en ser sumisa. No me disgusta que me aten con pañuelos de seda”, confesó.

Y como punto y final: Alfred Hitchcock, que nunca llegó a consumar sus fantasías, siempre protagonizadas por ‘rubias de hielo’ como Grace Kelly, Kim Novak o Tippi Hedren. El cineasta dio una explicación contundente a su filia: “Buscamos mujeres de mundo, verdaderas damas que se transformarían en prostitutas en el dormitorio”.

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