En una de las veinte entrevistas que le hizo el periodista John Gerassi a Jean Paul Sartre entre 1970 y 1974, le preguntó: “¿Cree que el hecho de ser tan feo exacerbó su concepción de la violencia?”. “Supongo que un poco, pero no me empujó a recurrir a la violencia. No cabe duda que me hizo cobrar conciencia de que debía derribar un obstáculo. En mi caso, con las mujeres, significaba que tenía que aplicarme más, tenía que hablar bien, tenía que ser un buen intelectual, tenía que ser encantador […]. Las ventajas eran que si lo lograba, la relación que entablaba jamás era superficial, sino sólida. La desventaja era que si deseaba romper aquella relación, requería mucho más esfuerzo, a no ser que me conformara con ser un sinvergüenza egoísta, que no era mi estilo”. (Conversaciones con Sartre, traducción de Palmira Freixas, Sexto Piso, 2012.)