Los miedos se desnudan aquí así

más prietos que las imágenes

que de ellos fundamos anoche

y anteanoche y por eso

antes y después creeremos que de vez en cuando

se pondrán a favor de las yemas curva del cuello

los temblores que vienen, después las lecturas

que rastrean una solución un poco de paciencia.

Quizás ni un abrazo buena radiación

tan dulce combustible que no podríamos

aunque quisiéramos declararle a nadie

la guerra, los chisporroteos,

los buenos propósitos ajenos propios

ni esta imposibilidad dispuesta

a arriesgarse hasta el fondo.

Y es que nosotros no, nosotros

nos engañamos en la cresta de la ola

por una tostada tras otra por las buenas migas

y la mantequilla que nos ofrecemos

más puntuales de la cuenta cada bésame tonto

de más bastaba para encelarnos

mientras la cucharilla reventaba azucarillos

sin hacer apenas ruido y mil dudas

matices tinta seca y nuestras costumbres

tan húmedas de no y sin embargo,

por debajo del mantel,

las piernas bien abiertas.

Comparte y comenta esta entrada: