Una rubia del cine que se convirtió en una reina real al casarse con el príncipe de Mónaco, Grace Kelly. King Kong, el enorme mono obsesionado con la minúscula e inalcanzable rubia Fay Wray. Una princesa de la vida, Diana de Gales, se convirtió al morir en la belleza rubia no del cine sino del siglo. Finalmente, Marilyn ha quedado como la rubia explosiva; no era rubia en sus comienzos, pero fue su encarnación universal en la gran pantalla. Sus declaraciones, además, eran de lo más excitantes: tras sus primeras fotos para un calendario, en los años cuarenta en pleno inicio de su carrera, vio cómo Hugh Hefner la lanzaba al mundo como portada del primer número de Playboy, y cuando la prensa le preguntó que qué se había puesto para esas fotos, se limitó a decir que “la radio. También aseguró que guardaba la ropa interior en el congelador y dormía con unas gotas de Chanel nº 5. Imbatible.