Tal como cuenta la biografía “Madame Tallien”, de Somolet, esta hermosa de envidiable cultura hablaba castellano, latín, francés e italiano, tocaba el arpa y dominaba el dibujo. Con 14 años se enamoró de un príncipe, amor imposible que llevó a su padre a mandarla a París a estudiar para interumpir el romance. Ahí, en plena Revolución francesa, se casó a los 15 años con el marqués de Fontenay, que recibía en casa a los revolucionarios del momento. Los vicios del marqués, el juego y su mala costumbre de llevar a sus amantes a casa, y no precisamente de visita, les llevó al divorcio. Teresa empieza a ver con preocupación el horror de la Revolución en París, así que decide instalarse en Burdeos, donde la casualidad quiso que encontrara a un joven ex contertulio, Jeann Lambert Tallien, que se dedica a la revolución en Burdeos.

Tienen veinte años, se hacen amantes y con su amor ella consigue frenar las masacres, por lo que Tallien es reprendido por el temible Maximilien Robespierre, líder de la Revolución. Descubierta, pasó por varias prisiones y fue encerrada en una de las peores de París, donde se produjo una anécdota morbosa: nada más llegar a la cárcel, a modo de escarnio o para alegrar la vista de los sicarios con su cuerpo, la obligaron a desnudarse, y una vez revisada con lascivia, le devolvieron la camisa y su traje de gruesa tela. Teresa consigue enviar algunas notas a su amante, que le contesta dándole ánimos, que lucha por ella y que la arrancará del peligro. Pero el 25 de julio de 1794, cansada, le escribe una nueva nota que ha pasado a la historia. En ella impreca:»Me dicen que de un momento a otro voy a la guillotina. Tu cobardía me va a matar».

Y lo que no había ocurrido en un año, sucede en un instante y determinó el destino de Robespierre. Al día siguiente, 26 de julio, fue vituperado por Tallien, recibió un disparo que le dejó malherido y el 28 fue decapitado por los reaccionarios junto a 21 de sus seguidores. En diciembre de ese mismo año Teresa y Tallien contraían matrimonio y vivieron juntos, época en que fue tambien famosa por bañarse en zumo de fresas y por su lista de amantes: el general Hoche, el revolucionario Barras… Terminó como amante del opulento banquero Ouvrard, tuvo varios hijos y consiguió ser fiel.

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