El 12 de abril de 1881 Vincent llegó a Etten a visitar a su hermano. Durante este período se hospeda en casa de su primo, el pintor Anton Mauve. Enamoradizo, se queda prendado de la primera muchacha que encuentra en aquella casa, una de sus primas, Cornelia Adriana Vos-Stricker, que acaba de enviudar y tiene un niño de 4 años. Impulsivo, le propuso matrimonio, para escándalo de la familia. La respuesta de la muchacha fue: “No, jamás, jamás”. A pesar de esta negativa, Vincent insistió mediante numerosas cartas que la viuda no respondió, insistió a los padres de ella, se presentó en su casa para intentar verla de nuevo… hasta que los familiares le llegaron a decir que su insistencia era asquerosa. Fue entonces cuando el desilusionado Vincent hizo referencia por primera vez al suicidio. Tras una nueva crisis, en 1886 se mudó a París para vivir junto a su hermano y su reciente esposa, Johanna Van Gogh-Bonger. Vincent tiene 36 años, sigue soltero, sufre manía persecutoria y alucinaciones. Por petición del hermano, recibe el apoyo de un doctor bondadoso que le atiende con esmero, pronto parece recuperado pero le entran unos repentinos celos de su cuñada por haberle “robado” la atención de Theo, que tanto le ayudaba y ahora no parece tan atento con él, y a la vez la adora. Durante un tiempo incluso se siente físicamente atraído por ella y teme sucumbir a su encanto o bien ser demasiado frío y que le echen de la casa. El resultado de esta pasión neurótica, unida a otros problemas mentales, ya lo conocemos: durante su retiro en el campo para descansar, un domingo de julio se siente especialmente nervioso, se marcha al campo con una pistola con la excusa de que va a matar cuervos, y se pega un tiro en el vientre. Su hermano, del que había conseguido de nuevo atención, llegó a tiempo para encontrarle agonizando.

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