Tuvo que ser eso.
El olor de la luz. De la piel sudada.
De los brazos al aire.
De las zancadas que demuestran
una y otra vez
que toda seguridad personal
es transitoria.
Tuvo que ser eso.
El olor de la luz. De la piel sudada.
De los brazos al aire.
De las zancadas que demuestran
una y otra vez
que toda seguridad personal
es transitoria.