En “La Historia del cine” Patricio Barros cuenta que las “perversidades” de los primeros años de Hollywood eran más bien ingenuas, y sólo atraían la atención de los propios miembros de la comunidad cinematográfica, pero respecto a las niñas había una doble moral, y comenta que el director estadounidense D. W. Griffith, considerado el “padre del cine moderno”, demostraba abiertamente y sin ningún recato su preferencia por jovencitas apenas núbiles, y que él y su cámara Billy Bitzer habían prohibido la presencia de testigos mientras se rodaban las escenas del Templo del Fuego en “Intolerancia”, una película donde aparecía media docena de Lolitas completanmente desnudas. No querían que nadie les interrumpiera.

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