En una conferencia pronunciada en París el 18 de mayo de 1968, bajo el título “Mi revolución cultural”, Dalí propone algunas medidas para transformar la Unesco: “Mantener la supresión de la loable prostitución folklórica, pero llenar el hueco con ‘happenings’ dotados de una vigorosa energía libidinosa y espiritual. Metamorfosear así este centro en una auténtica zona erógena bajo los auspicios de San Luis, primer legislador del amor venal.” La propuesta, claro, no prosperó.

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