No deja de ser curioso un sueño que relata Sylvia Plath en sus diarios. En él se le aparece Marylin Monroe «vestida como un hada madrina».

Tienen una larga conversación mientras la actriz platinada le hace «una experta manicura» a la poeta y la aconseja sobre qué tipo de peinados o ropa debe usar. Al despedirse la invita a «hacerle una visita durante las vacaciones de Navidad, prometiéndole una vida nueva y floreciente».

Dos mujeres que se suicidaron con seis meses de diferencia, en la plenitud de su belleza y talento. Qué lástima…

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