Aunque nadie lo reconocía, había miedo entre el sector del libro ante un Sant Jordi sabatino y ante unas previsiones meteorológicas que anunciaban lluvias. Sin embargo, el día ha amanecido radiante, primaveral, y una multitud ha hecho suyas las céntricas calles de ciudades y pueblos catalanes.
Un año más, aunque hoy sea un día semifestivo, las principales vías de las grandes urbes y de las pequeñas villas se han llenado de mucha gente dispuesta a comprar libros y rosas y, especialmente, en Barcelona, a buscar a sus autores favoritos en pos de una firma, ya fueran escritores consolidados, deportistas, cocineros o youtubers.
El día ha empezado lento y solitario -antes de las nueve de la mañana en la ciudad condal sólo se encontraban en sus calles el cocinero Ferran Adrià, algunos corredores y personas montando puestos de libros y rosas, pero al mediodía el paisaje ya se había transformado y el centro de la capital catalana era un hervidero.
Además de los habituales turistas, la barcelonesa plaza de Catalunya y sus aledaños contaban con la presencia de numerosos visitantes de comarcas y no era difícil distinguir a una familia de acento leridano de otra proveniente de Vic, Sabadell o Manresa, entre paradas de libros, flores y de todo tipo de entidades promocionando actividades solidarias.
La gente ha demostrado que quiere volver a ser la protagonista de la jornada, en la que se espera que se superen las ventas de libros del año pasado, que fueron de 1,5 millones de ejemplares y de 20,35 millones de euros de facturación.
Entre los autores, el pistoletazo de salida se ha dado, como es tradicional, en el hotel Regina, donde autores de libros diversos, desde Ferran Adrià, a la gimnasta Almudena Cid, el cineasta Juan Antonio Bayona o los periodistas Roger de Gràcia y Manuel Milián Mestre, se han apoderado del protagonismo de esta cita.
Sin embargo, en el lugar también había escritores como Roser Amills, que lucía una camiseta con la portada de su libro («La Bachillera»), Mónica Zgustova, Antonio Soler, Jordi Badia y Luisjo Gómez («Desde las tinieblas»), Pilar Eyre («Nomeolvides»), Laura Falcó («Última llamada»), Andreu Martín, Rafel Nadal, Màrius Serra, Xulio Ricardo Trigo, Jordi Sierra i Fabra o Albert Villaró.
Acabado el desayuno, todos ellos, junto a actores, músicos, deportistas y políticos han empezado a convivir y compartir las casetas instaladas en la ciudad.
Las colas más significativas se formaban pronto, como es habitual, a la caza de la dedicatoria de escritores como Almudena Grandes, que firma con pluma, Eduardo Mendoza, Víctor Amela, que habla con sus lectores de pie, Empar Moliner, imposible que se siente en una silla, o el dibujante Francisco Ibáñez, que tanto realiza una caricatura, como reparte un beso o da un abrazo a sus centenares de seguidores.
La madrileña Julia Navarro, que no ha parado de estampar dedicatorias, ha aseverado que venir por Sant Jordi a Barcelona siempre le provoca «un sentimiento de asombro y emoción, es un espectáculo que tantas miles y miles de personas estén en la calle comprando libros y una flor, es algo único en el mundo».
El barcelonés Juan Marsé, que este año cuenta con novedad, la novela «Esa puta tan distinguida», sólo ha participado en la tradicional comida que organiza el grupo Penguin Random House, pues ya hace años que se desencantó con Sant Jordi después de que una supuesta lectora lo confundiera con un dependiente y le preguntara por el precio de la mesa en la que estaba firmando.
En el mismo acto, curiosa ha sido la coincidencia de dos pares de gemelos, los cocineros Torres, y el cineasta Juan Antonio Bayona y su hermano.
Alucinado estaba el pregonero de 2016, el italiano Claudio Magris, quien aseveraba «no es un salón del libro, es una fiesta de la ciudad y del libro, como una fiesta de cumpleaños», mientras el sueco Jonas Jonasson, que ha dejado una fría isla escandinava para pisar el caliente asfalto barcelonés, se mostraba maravillado por el movimiento humano en su primer Sant Jordi.
Asimismo, había larguísimas colas ante autores como Blue Jeans, Risto Mejide, Mario Vaquerizo, la bloguera aficionada a la moda Dulceida, la motorista Laia Sanz, el «masterchef» Pepe Rodríguez o el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quien cree que Sant Jordi es «la fiesta más bonita y edificante de España».
Entre los escritores en catalán, destacaba la presencia nada inadvertida de un «veterano» Ramon Llull, con más de siete siglos a sus espaldas, que firmaba libros suyos en la parada de Editorial Barcino en el Paseo de Gràcia, con su luenga barba y casulla negra características.
Además, han dedicado muchas firmas otros consolidados autores catalanes como Màrius Serra, Carles Capdevila, Jordi Sierra i Fabra, Andreu Martín, Pilarín Bayés, Roser Capdevila, Imma Monsó, Lluís Foix, Laura Falcó, Pilar Rahola, Rafel Nadal o Josep Maria Espinàs.
La jornada se ha completado con multitud de actividades e iniciativas de entidades e instituciones, como la posibilidad de subir al balcón de la Pedrera para que los enamorados se intercambiaran rosas y libros, de conocer el despacho de la alcaldesa de Barcelona o de hacer una visita nocturna a la Sagrada Familia.
Irene Dalmases/Jose Oliva