Carta de Enrique de Rivas a Carmen Laforet

Roma, 13 de Noviembre 1974

[…] Así que no es una cuestión de «difusión», sino de divorcio entre el lector y la verdadera literatura. Ahí tienes el ejemplo de Planeta. Todo lo que publican y anuncian como si fueran detergentes, vende, pero ¿quién lo lee? La mayoría de los premios Planeta son malísimos, y jamás los vuelven a publicar. Es un fenómeno de industria cultural, que consiste en promocionar un libro como un producto de consumo, y atribuirle un valor de juicio cualitativo a las ventas masivas. La industria cultural fue inventada por los americanos hace unos 80 años y ahora se ha globalizado: el número es un valor ; pero eso no le importa nada a Shakespeare, a Cervantes, a Homero, a Racine o a Dante. Ni a mí. Las masas que compran (y no leen, o entienden) los libros que compran, desaparecen en el anonimato y con ellos los libros ganan premios y grandes ventas. Pero el libro que tiene alma auténtica se salva a través de las masas, a pesar de ellas, y contra ellas, y contra los «agentes literarios», que son unos mercaderes cualquiera.

Estoy muy de acuerdo con tu visión del individuo como una sucesión de individuos, de ese «ser-plural» como le dices, pero ciertamente es un tema inagotable. Para eso está la literatura: para darle cabida, así que… ¡lánzate!

Yo, por ahora, he vuelto a la pintura. Me gasté dinero en frutas y verduras, las perpetué en unas acuarelas, y ahora me las estoy comiendo, que es como decir la vida de Juan Palomo: yo me lo guiso y yo me lo como (Me salió mejor el pisto que las acuarelas en sí).

Bueno, te dejo porque más de dos páginas manuscritas sería ir más allá de mi límite natural.

Cuando te llegue esta carta probablemente estemos en guerra otra vez,

Un abrazo Enrique

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