…tenÃa 11 o 12 años y la vida era maravillosa; era julio, hacÃa mucho calor y la fiesta mayor de los pueblos del interior de la isla estaban en su semana más agitada. mis primas y yo estábamos en una verbena en un pueblecito a unos 8 kilómetros de mi pueblo; nos dejó ahà mi tÃo y como tenÃamos muchas ganas de seguir visitando las casetas y cotilleando entre las mesas y la verbena, nos dejaron con un amigo de mis padres y de la edad de mis padres que se encargarÃa, más tarde, de llevarnos a casa.
Escuchamos música, vimos a algunos jóvenes del puebblo disfrazados con pelucas y bebiendo cerveza, alguien nos compró algodón de azúcar y una manzana de esas rojas recubiertas de caramelo y pasaron las horas volando. tanto, que de pronto mi prima me dijo que se iba ya con su hermano mayor y yo me resigné a volver a casa. Me llevaba este amigo de mis padres que de pronto me pareció demasiado serio. Entramos en el coche, me preguntó alguna obviedad, calló y callé yo… y a medio camino paró el coche y me besó en la boca. Me sentà muy avergonzada porque tenÃa aún restos de caramelo pegados en los dientes y no me parecÃa que una niña como la que yo era aquel momento (sin tetas, con trenzas y delgaducha) tuviera que vivir ese beso de pelÃcula por parte de un hombre hecho y derecho como él, me sofoqué y apenas podÃa respirar, pero también me gustó.
Lo malo es que el momento no se quedó asÃ, en el beso espontáneo, sino que de pronto él empezó a decirme que yo le gustaba mucho desde hacÃa tiempo, que me miraba siempre cuando iba a comprar a la tienda de sus padres o cuando venÃa a casa de visita… bueno, y añadió que como yo era aún muy joven y tenÃa que descubrir de qué iba la vida y todo eso… pues que me esperarÃa.
Nunca conté nada a nadie. Durante unos años le esquivé muerta de vergúenza y tremendamente confundida, quizás por lo inesperado para mà de lo que habÃa sucedido, y él simplemente me miraba, como siempre muy serio, y… a los 17 me fui de Mallorca y no he vuelto a verle.
Y un dÃa me contaron que se fue a vivir a Cuba.